La obra se localiza en la estación de Atocha y fue realizada por el escultor Eduardo Urculo en el año 1991.

El escultor rinde homenaje a los viajeros de los años treinta, de sombrero flexible y pesada maleta cuadrada. En esta obra, en bronce,  se mezclan distintos elementos que identifican al viajero clásico (maletas grandes, maletines, paraguas,…), un personaje recurrente en la obra de Urculo. .

"El viaje es una constante existencial", declara Úrculo, el viaje es  evolución, movimiento, y forma parte de nuestro origen nómada. La vida misma es un viaje. Entre el nacer y el morir todos deseamos que la travesía sea buena y larga", comenta. Y mediante maletas y sombreros, cuenta historias de esos viajeros, que emprendían una aventura al subirse a un barco y que tal vez acababan quedándose toda la vida en el punto de destino. "Los viajeros de ahora no aportan grandes cosas al sitio al que llegan y no se traen gran cosa cuando vuelven", cuenta.