La obra , valorada en 300.440 euros, está formada por tres grandes pórticos de acero de tres metros de altura que se distribuyen sobre la ribera. Las tres estructuras rojas  están colocadas a modo de puertas colocadas entre el camino y el río. El rojo alude a los torii, arcos de los santuarios japoneses, colocados a veces dentro del agua.

Sobre cada puerta se eleva una pantalla formada por seis paneles horizontales en dos filas de tres. Están construidos en un vidrio dicroico que se transforma en espejo al hacerse opaco por la parte posterior. Son modificadores perceptivos del paisaje que actúan siguiendo una doble dirección.

El uso de este vidrio es una aportación de Sinaga. Se trata de un material cuyo color varía según el ángulo de la luz. No sólo cambia el aspecto de la obra según la perspectiva sino que también influye las horas y las condiciones atmosféricas.

Estas pantallas están ubicadas en la margen derecha del Ebro junto al barrio de la Almozara y conforme se acercan los ciudadanos a la ribera, se pueden  contemplar la mezcla de realidades anteriores y posteriores en un conjunto visual que se transforma según el punto de vista del espectador. 

El diálogo con los árboles es primordial en la obra. Junto al efecto espejo, se da una analogía entre la disposición de los paneles por los que circula el aire y la cualidad de cerramiento abierto y permeable de las hojas.

Penetrar en el espacio que dibujan los pórticos-pantallas es hacerlo en un lugar donde el paisaje se abandona al dinamismo de un mundo flotante y la mirada queda absorta ante unas imágenes fugaces y transitoria

Sinaga, cuya trayectoria profesional ha sido reconocida en diversas ocasiones, ha llevado a cabo esta obra con la finalidad de que sirva como una abertura al público, pero sin puerta, que invita a pasar y que, al hacerlo, interroga sobre cuál será la dirección más adecuada. Para ello, se ha investigado durante seis meses en las distintas tipologías del vidrio para elegir la más adecuada.

Para el artista, esta intervención supone “un proyecto fronterizo que trata de explicar el mundo en que vivimos”. En este sentido, Sinaga explica que se trata de tres pantallas de vidrio que se transforman en espejos y que cambian según el movimiento del espectador, de forma que se convierten en “pórticos que encuadran el paisaje y marcan el camino. La elección de la ubicación de las pantallas pretende configurar la plaza como un lugar de encuentros así como de circulación en varias direcciones."

Fernando Sinaga (Zaragoza, 1951) ha expuesto sus esculturas en diferentes galerías de España, Alemania y EEUU. En 1976 finaliza sus estudios en la Escuela Superior de Bellas Artes de Madrid y obtiene el Premio de la Dirección General de Bellas Artes. Por su trayectoria ha recibido el reconocimiento público de la Fundación Valparaiso de Almería y el Premio Villa de Madrid  en 2001.

En junio  y julio de 2009 tuvo lugar una exposición sobre esta intervención artística en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza denominada: "Pantallas espectrales sobre el Ebro". En esta exposición el escultor muestra el contexto, precedentes y consecuencias de su obra. Acompañado de documentos y videos, el proyecto queda perfectamente enmarcado después de un año de su inauguración .

La exposición coincidió temporalmente con la apertura al público en general del paseo fluvial junto a la ribera entre el Puente del Tercer Milenio y la Pasarela del Voluntariado, cerrado durante un año por el montaje y desmontaje del Iceberg (espectáculo de ExPO 2008)