El símbolo por excelencia de la Semana Santa de la ciudad son las célebres tamborradas declaradas como Patrimonio cultural inmaterial de la Humanidad.

La tamborrada es una tradición antiquísima cuyo origen se asocia al terremoto producido tras la muerte de Jesucristo en la cruz y se cree que la tradición arranca en el siglo XVI con la llegada de los Franciscanos.

A diferencia de otras tamborradas españolas (como por ejemplo las del Bajo Aragón en Teruel donde las túnicas son iguales y se procesiona de forma ordenada) la celebración de  Moratalla destaca por su variopinto desorden, pues los nazarenos, únicos cuya cara tapa el capirote, visten túnicas artesanales de extravagantes y caprichosos diseños claramente diferenciados entre sí, mientras portan y redoblan sobre magníficos tambores desarrollados también artesanalmente, ocasionando que las calles no se llenan menos de color que de sonido.

Los diseños de las túnicas son totalmente arbitrarios e incluso se pretende que cada una sea diferente a las demás, las hay de un solo color, de varios, estampadas, de retales o de remiendos, constituyendo un espectáculo multicolor y siempre cambiante.

El Monumento al tambor de Moratalla , representado  por las figuras de un padre y su hijo , es obra del artista Rafael Pi Belda, que trata de reflejar en su obra , la experiencia y la juventud y  las nuevas técnicas de confección del tambor así como la evolución de la indumentaria.